lunes, 26 de agosto de 2013

Nuevo Mundo

Recientemente tuve la oportunidad de ver una película y una imagen, la película fue El Violinista en el Tejado y la imagen fue de una fotografía tomada al Ángel de la independencia en la Ciudad de México allá por 1910 (justo en la época que fue inaugurado).






Tanto el largometraje como la imagen me hicieron hacer una introspección sobre mi historia y la historia de mi esposa, Karina.

Para refrescar un poco la memoria, El Violinista en el Tejado es una cinta que plasma la vida de Tevye, un lechero con escasos recursos en la época zarista de Rusia. Tevye vive en carne propia el impacto que tienen sobre el los acontecimientos de principios de siglo XX, el liberalismo, el comunismo, la asimilación y por último, el antisemitismo. Este último fenómeno que se desarrolló fuertemente durante las primeras décadas del siglo XX y que culminó con la aniquilación masiva y sistemática de seis millones de judíos a manos de la barbarie Nazi, llevo a Tevye a abandonar su Shtetl (pueblo) por dictamen zarista e irse a buscar suerte a América.



Mis abuelos y mis abuelas no tuvieron un destino distinto al de Tevye: Mi abuelo materno, Mendl (Manuel) escapo de una vida de hambre y sin futuro en Polonia para buscar futuro en México, mi abuela materna Rikle, aprovecho la ayuda de un familiar y llego a costas mexicanas a principios de la década de 1930. Mi abuela paterna, Rosita, corrió con un poco más de suerte, a poco tiempo de haber nacido, sus padres decidieron partir hacia La Habana, Cuba y por último, mi abuelo paterno, luego de terminar sus estudios de ingeniería en Francia (procedente Lituania), marcho hacia México, donde sus hermanos y padres ya habían comenzado a construir un futuro mejor.



De cualquier forma, la tendencia era de huir, escapar y finalmente echar los dados a la suerte en un país totalmente nuevo, en un mundo ajeno donde quien sabe si hubieran sabido que existía un alimento llamado chile, un día de los muertos, un 16 de Septiembre (Día que se festeja la independencia de México), tlacuaches, zapote ¡¡¡PIRÁMIDES DE TEOTIHUACAN!!!, en fin un universo totalmente ajeno a lo que ellos conocían y no solamente eso sino  ajeno totalmente a su historia.
La imagen del Ángel de la independencia tomada alrededor de 1910, refuerza mi inquietud por saber ¿con que ojos vieron mis abuelos y abuelas a México?, mi abuelo materno llego a México tan solo 10 años después de que dicha fotografía fuese tomada, México se encontraba en aquel entonces en una situación post revolucionaria donde el país estaba prácticamente en la prehistoria de la modernidad y urgía importar gente trabajadora y no solo eso, sino también con conocimientos para reinventar una nación retrasada.



Trato de imaginar los pensamientos que pasaron por la cabeza de mi abuelo Manuel cuando piso tierra firme en el puerto de Veracruz y vio por primera vez en su vida gente de color bronce, fruta tropical y un idioma totalmente extraño. Trato de imaginarme la impresión de haber llegado a un universo tan diferente al que él conocía, luego llego a la Ciudad de México donde el Castillo de Chapultepec era a las ¡¡¡afueras de la ciudad!!!
Acaso mis abuelos pensaron en aquel momento en que desembarcaron que lograrían escapar de la miseria y de las persecuciones en esas tierras tan calientes y tan desconocidas?



Los abuelos y bis abuelos de mi esposa llegaron a Argentina provenientes de Rusia y de Polonia, como reaccionaron al llegar a lugares donde a su vista, la cantidad de ganado vacuno no terminaba, ¡¡¡olas de vacas por todas partes!!! , gente bailando tango en las calles de Buenos Aires: un ritmo y una forma de bailar tan ajenos a su historia personal y colectiva. No sé exactamente que comían o tomaban los judíos en Europa pero llegar a Argentina y  encontrase con un asado y con un vino tan dulce y especial como lo es el Malbec, esto pudo haber sido un impacto cultural inimaginable.



Aquellos fueron otros tiempos, tiempos en los que el mundo tuvo la oportunidad de ser otro pero no lo fue, tiempos donde no existía el televisor, la computadora, el Internet y mucho menos las redes sociales, aquel fue un mundo más grande y extenso, más rico en culturas y en diversidad de gente.


Tevye, así como mis abuelos y los de mi esposa salieron de un pequeño pueblo atacado por el antisemitismo para encontrar un mundo nuevo.